Anclaje al Presente…

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El Poder del Ahora

Hay dos maneras de experimentar con el ahora: una de ellas es el entrenamiento, dado que se trata de una experiencia nada rara y que todos hemos tenido alguna vez de forma espontánea o durante una relajación, de modo que podemos ejercitarla a voluntad si le perdemos el miedo a la contemplación sin juicio y sin interpretación, algo asi como la epoché -suspensión del juicio-de la que hablan los meditadores. Otra forma probablemente relacionada con esta experiencia son las que suceden durante la intoxicación con algunas drogas, estoy pensando en el cannabis y planteo a modo de hipótesis que quizá la vivencia distorsionada del tiempo que tiene lugar durante esas experiencias pueda estar relacionada con aquella experiencia que llamé “Eso” y que describí de la siguiente forma:

Se trata de una experiencia que sólo puede vivirse en primera persona (como todas las experiencias) pero que a diferencia de las experiencias comunes no puede comunicarse pues no existen consensos sobre ella. No es tener la mente en blanco, no es un bloqueo, ni un ataque epiléptico, no es una convulsión ni un dejà vu ni una de esas sincronicidades- coincidencias significativas- que a veces nos parecen bien siniestras o bien maravillosas; quizá la palabra “rapto” o “paroxismo noético” pudiera describirla mejor que cualquier otra palabra, es una degustación de algo desconocido como un sabor, un olor o una textura exótica o inusual – a pesar de no ser algo perceptual- como si ese algo hubiera penetrado en mi por unos instantes y que se desvanece raudo, tan veloz que no hay tiempo suficiente para atraparlo.

Y lo peor que podemos hacer cuando “eso” nos penetra es pretender atraparlo pues apenas lo intentamos se desvanece. Es muy posible que “eso” sea el tiempo estirado como un chicle, una experiencia de atemporalidad que sucede cuando nuestro cerebro es golpeado en su sistema cannabinérgico con un resoplido de anandamida y que nos devuelve la percepción del tiempo en su verdadera dimensión: como un instante eterno, al disolver la droga la ilusión de secuencialidad del transcurso.

La libertad comienza cuando te das cuenta
de que no eres «el pensador».
En el momento en que empiezas a observar al pensador,
se activa un nivel de conciencia superior.
Entonces te das cuenta de que hay un vasto reino
de inteligencia más allá del pensamiento,
y de que el pensamiento
sólo es una pequeña parte de esa inteligencia.
También te das cuenta de que todas las cosas
verdaderamente importantes
—la belleza, el amor, la creatividad,
la alegría, la paz interna—
surgen de más allá de la mente.
Empiezas a despertar.
(Eckhart Tolle).

SER E ILUMINACIÓN:

Más allá de la miríada de formas de vida que están sujetas al nacimiento y a la muerte existe la Vida Una, eterna y omnipresente. Muchas personas utilizan la palabra Dios para describirla, pero yo suelo llamarla Ser. La palabra Ser no explica nada, pero la palabra Dios tampoco. Ser, no obstante, tiene la ventaja de ser un concepto abierto. No reduce el infinito invisible a una entidad finita. Es imposible formarse una imagen mental del Ser, y nadie puede pretender su posesión exclusiva. Es tu esencia misma; puedes acceder a ella inmediatamente como el sentimiento de tu propia presencia.

Por eso sólo hay un pequeño paso entre la palabra Ser y la experiencia del Ser.
EL SER NO SÓLO ES TRASCENDENTE; TAMBIÉN IMPREGNA PROFUNDAMENTE cada forma, y su esencia es invisible e indestructible. Esto significa que ahora mismo puedes acceder al Ser porque es tu identidad más profunda, tu verdadera naturaleza. Pero no trates de aferrarlo con la mente. No trates de entenderlo.

Sólo puedes conocerlo dejando la mente en silencio. Cuando estás presente, cuando tu atención está plena e intensamente en el ahora, puedes sentir el Ser, pero nunca podrás entenderlo mentalmente.

La iluminación es recuperar la conciencia del Ser y residir en ese estado de «sensación-realización».

La palabra iluminación suscita la idea de un logro sobrehumano, y al ego le gusta que sea así; pero no es más que tu estado natural en el que sientes la unidad con el Ser. Es un estado de conexión con algo inconmensurable e indestructible, con algo que es esencialmente tú, y sin embargo es mucho mayor que tú. Es encontrar tu verdadera naturaleza más allá del nombre y de la forma.

La incapacidad de sentir esta conexión crea la ilusión de que estás separado de ti mismo y del mundo que te rodea. Entonces te percibes, consciente o inconscientemente, como un fragmento aislado. Surge el miedo, y los conflictos internos y externos pasan a ser la norma.

El mayor obstáculo para experimentar la realidad de tu conexión es la identificación con la mente, que hace que el pensamiento se vuelva compulsivo. Ser incapaz de dejar de pensar es una enfermedad terrible, pero no nos damos cuenta de ella porque casi todo el mundo la sufre y se considera algo normal. Este ruido mental incesante te impide encontrar el reino de quietud interior que es inseparable del Ser. También crea un falso yo fabricado por la mente, que lanza una sombra de miedo y sufrimiento.

La identificación con la mente produce una pantalla opaca de conceptos, etiquetas, imágenes, palabras, juicios y definiciones que bloquean toda verdadera relación. Esa pantalla se interpone entre tú y tú mismo, entre tú y tu prójimo, entre tú y la naturaleza, entre tú y Dios; crea la ilusión de separación, la ilusión de que tú y el «otro» estáis totalmente separados. Entonces te olvidas del hecho esencial de que, debajo del nivel de las apariencias físicas y de las formas separadas, eres uno con todo lo que es.

La mente es un instrumento soberbio si se usa correctamente. Sin embargo, si se usa de forma in-apropiada, se vuelve muy destructiva. Para decirlo con más precisión, no se trata tanto de que usas la mente equivocadamente: por lo general no la usas en absoluto, sino que ella te usa a ti. Ésa es la enfermedad. Crees que tú eres tu mente. Ese es el engaño. El instrumento se ha apoderado de ti.

Es como si estuvieras poseído sin saberlo, y crees que la entidad posesora eres tú.

LA LIBERTAD COMIENZA cuando te das cuenta de que no eres la entidad posesora, el pensador. Saberlo te permite examinar la entidad. En el momento en que empiezas a observar al pensador, se activa un nivel de conciencia superior. Entonces empiezas a darte cuenta de que hay un vasto reino de inteligencia más allá del pensamiento, y de que el pensamiento sólo es una pequeña parte de esa inteligencia. También te das cuenta de que todas las cosas verdaderamente importantes —la belleza, el amor, la creatividad, la alegría, la paz interna— surgen de más allá de la mente.
!!! Empiezas a despertar !!!.

LIBÉRATE DE TU MENTE

La buena nueva es que puedes liberarte de tu mente, que es la única verdadera liberación. Y puedes dar el primer paso ahora mismo.

EMPIEZA POR ESCUCHAR LA VOZ QUE HABLA DENTRO DE TU CABEZA, y hazlo tan frecuentemente como puedas. Presta una atención especial a cualquier patrón de pensamiento repetitivo, a esos viejos discos de gramófono que pueden haber estado dando vueltas en tu cabeza durante años. Esto es lo que llamo «observar al pensador», que es otra manera de decir: escucha la voz dentro de tu cabeza, mantente allí como presencia que atestigua.

Cuando escuches la voz, hazlo imparcialmente. Es decir, no juzgues. No juzgues ni condenes lo que oyes, porque eso significaría que la misma voz ha vuelto a entrar por la puerta de atrás.

Pronto te darás cuenta de esto: la voz está allí y yo estoy aquí, observándola. Esta comprensión Yo soy, esta sensación de tu propia presencia, no es un pensamiento. Surge de más allá de la mente.

Así, cuando escuchas un pensamiento, no sólo eres consciente del pensamiento, sino también de ti mismo como testigo del pensamiento. Ha hecho su aparición una nueva dimensión de conciencia.

CUANDO ESCUCHAS EL PENSAMIENTO, sientes como si hubiera una presencia consciente —tu yo profundo— por debajo o detrás de él. De este modo el pensamiento pierde su poder sobre ti y se disuelve rápidamente, porque ya no energetizas tu mente mediante la identificación con ella. Es el principio del fin del pensamiento compulsivo e involuntario.

Cuando el pensamiento se aquieta, experimentas una discontinuidad en la corriente mental, una brecha de «no-mente». Al principio las brechas serán cortas, tal vez duren unos segundos, pero gradualmente se irán prolongando. Cuando ocurren estas discontinuidades, sientes cierta quietud y paz dentro de ti. Es el principio del estado natural de sentirte unido al Ser, generalmente nublado por la mente.

Con la práctica, la sensación de quietud y de paz se va ahondando. De hecho, esa profundidad no tiene fin. También sentirás una sutil emanación de alegría elevándose desde lo más hondo de ti: la alegría de Ser.

En este estado de conexión interna estás mucho más alerta, más despierto que en el estado de identificación mental. Estás plenamente presente. Y también se eleva la frecuencia vibratoria del campo energético que da vida al cuerpo físico.

A medida que profundizas en este reino de la no-mente, como a veces se le denomina en Oriente, vas alcanzando el estado de conciencia pura. En ese estado sientes tu propia presencia con tal intensidad y alegría que, en comparación, todo pensamiento, toda emoción, tu cuerpo físico y todo el mundo externo se vuelven relativamente insignificantes. Sin embargo, no es un estado de egoísmo, sino de desprendimiento y generosidad. Te lleva más allá de lo que pensabas que era «tu identidad». Esa presencia es esencialmente tú, y al mismo tiempo es inconcebiblemente mayor que tú.
EN LUGAR DE «OBSERVAR AL PENSADOR», también puedes crear una apertura en la corriente mental por el simple hecho de dirigir el foco de tu atención al ahora. Basta con que te hagas intensamente consciente del momento presente.

Esto es algo por demás satisfactorio. De este modo retiras la conciencia de tu actividad mental y creas una brecha sin mente en la que estás muy alerta y consciente, pero no piensas. Ésta es la esencia de la meditación.

EN TU VIDA COTIDIANA puedes practicar esto tomando cualquier actividad rutinaria, que habitualmente sólo es un medio para un fin, y darle toda tu atención para que se convierta en un fin en sí misma.

Por ejemplo, cada vez que subas o bajes las escaleras en tu casa o en tu puesto de trabajo, presta mucha atención a cada escalón, a cada movimiento, incluso a tu respiración. Mantente totalmente presente.

O cuando te laves las manos, presta atención a todas las percepciones sensoriales asociadas con esa actividad: el sonido y la sensación del agua, el movimiento de tus manos, el aroma del jabón, etc.

O cuando entres en tu coche, después de cerrar la puerta, detente durante unos segundos y observa el flujo de tu respiración. Toma conciencia de una silenciosa pero intensa sensación de presencia.

Hay un criterio que te permite medir el éxito logrado en esta práctica: el grado de paz que sientas en tu interior.

El paso más vital en tu camino hacia la iluminación es éste: aprende a no identificarte con tu mente. Cada vez que creas una apertura en el flujo mental, la luz de tu conciencia se fortalece.

Puede que un día te sorprendas sonriendo a la voz que suena en tu cabeza como sonreirías a las travesuras de un niño. Esto significa que has dejado de tomarte el contenido de tu mente tan en serio, y que tu sentido de identidad ya no depende de él.

ILUMINACIÓN: ELEVARSE POR ENCIMA DEL PENSAMIENTO

A medida que uno crece, va formándose una imagen mental de sí mismo basada en su condicionamiento personal y cultural. A este yo fantasma lo llamamos ego. El ego es tu actividad mental y sólo puede funcionar mediante el pensamiento constante. El término ego tiene distinto significado según se trate de una persona u otra, pero cuando lo uso aquí me refiero al falso yo, creado por una identificación inconsciente con la mente.
Para el ego, el momento presente apenas existe. Sólo considera importantes el pasado y el futuro. Esta inversión total de la verdad explica por qué, en la modalidad ego, la mente es tan disfuncional. Siempre está tratando de mantener el pasado vivo, porque ¿quién serías sin él? Y se proyecta constantemente hacia el futuro para asegurarse la supervivencia y buscar en él una sensación de liberación o satisfacción. Dice: «Algún día, cuando haya ocurrido esto, lo otro o lo de más allá, estaré bien, en paz, seré feliz.»

Incluso cuando parece que el ego está en el presente, no ve el presente: lo percibe equivocadamente porque lo mira con los ojos del pasado. O reduce el presente a ser un medio para un fin, un fin que siempre reside en el futuro proyectado por la mente. Observa tu mente y comprobarás que funciona así.

El momento presente contiene la clave de la liberación, pero no puedes encontrar el momento presente mientras seas tu mente.

Alcanzar la iluminación significa elevarse por encima del pensamiento. En el estado de iluminación sigues usando la mente cuando la necesitas, pero de un modo mucho más enfocado y eficaz que antes. La empleas principalmente con fines prácticos, pero eres libre del diálogo interno involuntario, y vives en la quietud interior.

Cuando empleas la mente, y en particular cuando necesitas dar una solución creativa a algo, vas oscilando cada pocos minutos entre la mente y la quietud, entre la mente y la no-mente. La no-mente es conciencia sin pensamiento. Sólo la no-mente permite pensar creativamente, porque da al pensamiento un poder real. El pensamiento por sí solo, desconectado del vasto campo de la conciencia, se convierte rápidamente en algo estéril, insano, destructivo.
(Eckhart Tolle)

VIVIR EL PRESENTE A PLENO:

Mindfulness: la aceptación y conciencia plena del momento presente

El término mindfulness no tiene una traducción exacta al español. Puede definirse como una atención y conciencia plena del momento presente. Es decir, se trata de centrarse de un modo activo y reflexivo en el aquí y el ahora, en contraposición a la fantasía o el soñar despierto. Sin embargo, para entender del todo este término, es preciso tener en cuenta que no se trata de una reflexión valorativa, sino tan solo contemplativa. Se trata de observar sin juzgar, sin crítica ni rechazo, sin valoración alguna, sino aceptando la experiencia tal y como está aconteciendo.
El mindfulness es una filosofía de vida procedente del budismo Zen. Es el ideal Zen de vivir en el momento presente. Este concepto ha sido adoptado por las psicoterapias de última generación, como la terapia de aceptación y compromiso, la terapia de conducta dialéctica, o la psicoterapia analítica funcional.

¿El Mindfulness. Que es?

Según Vallejo (2006), “mindfulness es un término que no tiene una palabra correspondiente en castellano. Puede entenderse como atención y conciencia plena, presencia atenta y reflexiva. Los términos atención, conciencia y referencia al momento concreto están incluidos de lleno en su significado. Viene a plantear, por tanto, un empeño en centrarse en el momento presente de forma activa y reflexiva. Una opción por vivir lo que acontece en el momento actual, el aquí y el ahora, frente al vivir en la irrealidad, el soñar despierto”.

Una excelente definición es la que realiza Simón (2007), indicando que es “algo muy simple y familiar, algo que todos nosotros hemos experimentado en numerosas ocasiones de nuestra vida cotidiana. Cuando somos conscientes de lo que estamos haciendo, pensando o sintiendo, estamos practicando mindfulness. Lo que sucede es que habitualmente nuestra mente se encuentra vagando sin orientación alguna, saltando de unas imágenes a otras, de unos a otros pensamientos. Mindfulness es una capacidad humana universal y básica, que consiste en la posibilidad de ser conscientes de los contenidos de la mente momento a momento. Es la práctica de la autoconciencia”.

Aunque estas definiciones puede parecer que nos enseñan qué es el mindfulness, sólo nos permiten hacernos una vaga idea teórica puesto que la práctica es la clave para comprenderlo, para poder ser consciente del momento presente, de la propia experiencia y sentir un estado de calma no reactiva, es preciso dedicarle tiempo, energía, determinación, firmeza y disciplina. Al practicarlo se aprende a centrar nuestra atención donde queramos, evitando que sensaciones, preocupaciones, pensamientos, etc., nos aparten del presente. Cualquiera que haya practicado algún tipo de meditación, yoga, tai chi, etc., conoce esas sensaciones y lo que le costó llegar a sentirlas, llegar a centrarse sólo en el presente.

En esencia, el mindfulness es considerado como un fin en sí mismo, supondría una forma de vivir, practicando en nuestras actividades habituales el ser conscientes de lo que estamos haciendo, como dice Hanh (2007), “mientras lavas los platos debes lavarlos simplemente, lo cual significa que mientras lo haces eres totalmente consciente de ello […] En esos momentos estoy siendo totalmente yo mismo, siguiendo mi respiración, siendo consciente de mi presencia, pensamientos y acciones”. Consiguiendo de esa manera un estado de “plena atención” que impide que nuestra mente divague, de un lado a otro, dejándose llevar por la multitud de pensamientos que la asaltan constantemente.

Practicar mindfulness nos permitirá, entre otras cosas, llegar a aceptar las cosas como son, algo esencial en algunas terapias de tercera generación, como la Terapia de Aceptación y Compromiso. No obstante, Kabat-Zinn (2007) nos aclara que “la aceptación no tiene nada que ver con la resignación. La aceptación de las cosas tal como son, muy al contrario, requiere una fortaleza y una motivación extraordinarias -especialmente en el caso de que no nos gusten- y una disposición a trabajar sabia y eficazmente como mejor podamos con las circunstancias en las que nos encontremos y con los recursos, tanto internos como externos, de que dispongamos para mitigar, curar, reorientar y cambiar las cosas que podamos cambiar”.

¿Elementos principales del mindfulness?:

Centrarse en el momento presente
Consiste en sentir las cosas tal y como están sucediendo, sin pretender ejercer ningún control sobre ellas. Es decir, la persona que usa esta técnica no se centra en un pensamiento para modificarlo, sino que se centra en un pensamiento, actividad, imagen mental, etc. en sí mismo, sin pretender cambiarlo ni hacerlo desaparecer. Eso ayuda a aceptar las experiencias tal y como son, sintiendo lo que sucede, sin huir, incluso aunque se trate de una emoción desagradable. Eso permite que lo que ha de suceder, suceda de un modo completo, dejando que cada experiencia sea vivida en su momento, en el presente.

Apertura a la experiencia y los hechos.
Consiste en centrarse en lo que se está viviendo, en vez de centrarse en las interpretaciones que pueden hacerse de dicha experiencia. La persona se centra en lo que siente y percibe, sin usar el lenguaje para interpretarlo o traducirlo, pues el lenguaje puede sustituir a lo real, lo hace uniforme y lo enmarca en cuadros predefinidos y estereotipados. Por tanto, la persona se limita a observar y sentir lo que aquello que observa le sugiere, dejando que unas sensaciones lleven a otras de un modo natural, sin ejercer control alguno.

Aceptación radical
Durante el mindfulness, la experiencia se acepta tal y como es, tanto si es positiva como si es negativa, tanto si es agradable como si resulta desagradable, aceptando las experiencias como naturales, como un observador que abriera tu mente y observara lo que en ella hay, sin valorar ni juzgar, sin decir «esto está bien» «esto está mal, «esto es horrible», «esto es maravillo», «esto es sucio»… Se acepta tanto la experiencia como las reacciones a ellas, considerándolas naturales y normales. Así pues, las emociones negativas se ven como normales, no como algo horrible de lo que hay que huir, sino como parte de una experiencia humana que es necesario vivir.

Elección de las experiencias.
Las personas eligen con qué experiencias quieren usar esta técnica, es decir, eligen en qué desean centrarse. Una vez que han elegido la situación, han de vivirla tal y como es, aceptando todo lo que acontezca (las emociones, ideas, imágenes mentales, deseos, etc. que surjan durante la experiencia).

Renunciar al control
La aceptación implica renunciar al control. En vez de tratar de controlar las reacciones (como llanto, etc.) o emociones, debe experimentarlas tal y como se producen. Es decir, el objetivo no es reducir (controlar) el malestar (ira, tristeza, culpa, miedo…) sino experimentarlos tal y como aparecen.
Así pues, las técnicas de mindfulness pretenden lograr que la persona se deje llevar por sus sensaciones y emociones, dejando que actúen de forma natural. Esto permite que determinadas emociones, cambios fisiológicos, etc. que operan de forma autónoma se regulen de acuerdo con sus propios sistemas naturales de autorregulación. Cuando se intenta bloquear o controlar las emociones, se alteran los mecanismos de autorregulación porque no se experimentan por completo, de forma que no se dispone de toda la información necesaria, porque cuando una persona intenta controlar o bloquear una emoción, deja de sentirla de un modo real y completo. Esto no significa que ciertas técnicas psicológicas destinadas al manejo de emociones y comportamientos no sean eficaces. De hecho, las técnicas cognitivas pueden resultar mucho más eficaces después de usar el mindfulness, cuando una persona se ha permitido experimentar la situación por completo, y ha dejado que acuda a su mente toda emoción, idea, imagen mental, etc., las cuales le proporcionarán una valiosa información que podrá utilizar después para trabajar en la superación de un problema emocional.

¿Aplicaciones practicas?

Entre las aplicaciones de esta técnicas, la psicóloga Marsha Linehan ha desarrolla la terapia de conducta dialéctica, basada en mindfulness para el tratamiento del trastorno de la personalidad límite (Linehan, 1993). También se ha utilizado como parte de la terapia cognitiva de la depresión (Sherer-Dickson, 2004).

A través del mindfulness, uno puede encontrar su eje y así prestar más atención a las necesidades de los demas.

La meditación permite a uno conectarse con su yo profundo.
Ser un ser humano/es como ser una casa de huéspedes/cada mañana una nueva llegada/una alegría, una depresión, una maldad./ Una percepción momentánea que aparece como un visitante inesperado/ Dales la bienvenida y entretenlos a todos/ Incluso si es un grupo de gente penosa que con violencia te arrebata los muebles de tu casa./ Aun así, trata a cada invitado con honores ?», dice Marina Lisenberg, psicóloga especializada en mindfulness . Sin juzgar. «El poema se llama La casa de huéspedes y fue escrito por Rumi, un poeta y místico sufí del siglo XIII. Estos visitantes inesperados son nuestras percepciones, emociones, recuerdos agradables, desagradables o neutros y la casa es este cuerpo que habitamos. Esta es una buena figura de la práctica de mindfulness , que significa aceptar y vivir plenamente el ahora. Es estar presente y atento, sin juzgar, disponible, receptivo? Es la atención consciente momento a momento; es estar con nosotros mismos, recobrando la dimensión del ser», agrega.

Estar atentos.
Una práctica donde aprendemos a prestarnos atención para llegar a ese centro donde hay algo que permanece quieto mientras todo lo demás gira Es encontrar un eje más allá de todos los cambios. «Ese eje somos nosotros. Además, al prestarnos atención surge naturalmente una conexión muy profunda con los demás. Al estar atento a mis necesidades, estoy más atento a qué se necesita a mi alrededor.»

El saxo como tema.
En la práctica de mindfulness , siempre, cada instante es la primera vez, marcha y muerte, es irrepetible. «Cualquier pretexto es bueno para prestarnos atención. La semana pasada, por ejemplo, alguien estaba tocando el saxo y, entonces, los primeros cinco minutos fuimos todo oídos con esos sonidos, atentos para ver qué despertaban en nuestro universo sensorial.»

Una nueva dimensión.
«Cuando empezamos a trabajar en mindfulness nos damos cuenta de que somos dueños de un disyuntor que al accionarlo nos permite acceder a un mundo fabuloso, el del presente vivido plenamente. Además, descubrimos, por ejemplo, que hace años que trabajamos con gente a la que nunca miramos a los ojos. O que no conocemos realmente cuál es el timbre de voz de nuestros hijos. También nos podemos encontrar preguntándonos cuáles son los aromas que prefiere mi pareja. Cuando estamos involucrados en ese mundo sensorial no importa lo que estemos haciendo: tanto las cosas más triviales como las más importantes toman una dimensión nueva.»

Ipseidad.
«En esta aventura de ser humanos, esta práctica contemplativa tiene como objetivo acompañar a cada uno para que profundice la conexión que tiene consigo mismo, con su yo profundo . Creo que es una facultad que todos tenemos, pero que pocas veces ponemos en práctica, abrumados por la rutina y el ruido cotidiano. Es lo que se denomina ipseidad , la dimensión del reconocimiento de uno mismo en la experiencia.»

«Volvamos por un instante a esa casa de huéspedes que somos nosotros, para imaginar una propuesta para la vida cotidiana. A veces pasamos por malos momentos en el trabajo, en nuestra casa, en una reunión de amigos. Cuando llega ese visitante inesperado tenemos varias alternativas: lo podemos recibir, prestarle atención, escucharlo y sacar de este huésped molesto lo que tiene para compartir. O bien, usar toda nuestra fuerza y energía para tratar de encerrarlo o no dejarlo pasar. La propuesta es que cuando nos asalta una emoción que no nos gusta, tomemos unos instantes para penetrar en ella y aprovechar su enseñanza. Primero inspiramos y espiramos tres veces para permitirnos oxigenar nuestro cerebro y comprender que podemos elegir cómo responder. Elegir es una invitación a centrarnos, a observarnos desde un lugar nuevo y así percibir realmente quiénes somos», detalla Lisenberg.

¿Beneficios del mindfulness?:

Siguiendo a Lavilla, Molina y López (2008), a continuación relaciono esquemáticamente los beneficios que puede obtener cualquier persona, las dolencias a las que puede aplicarse, los beneficios de su aplicación a problemas de salud y los trastornos psicológicos donde pueden aplicarse las terapias que incorporan mindfulness.

Algunos de los beneficios que puede obtener cualquier persona:

■Reducir distracciones o aumentar la concentración.
■Reducir automatismos.
■Minimizar los efectos negativos de la ansiedad.
■Aceptar la realidad tal y como es.
■Disfrutar del momento presente.
■Potenciar nuestra autoconciencia.
■Reducir el sufrimiento.
■Evitar o reducir la impulsividad.

Algunas de las dolencias a las que puede aplicarse:
■Estrés (asociado a alguna enfermedad).
■Dolor crónico (especialmente en fibromialgia y cáncer).
■Dolor agudo.
■Enfermedades cardiovasculares.
■Hipertensión.
■Cefaleas.
■Fatiga crónica.
■Problemas de la piel.
■Alteraciones del sueño.

Beneficios aplicados a problemas de salud:
■Físicos:
■Aprender a respirar mejor.
■Aprender a relajar cuerpo y mente.
■Aumentar la flexibilidad corporal.
■Regular la presión arterial.
■Influir en el sistema inmunitario: atenuación de la secreción de la hormona cortisol (efecto inmunodepresor) como respuesta al estrés.
■Mejorar la calidad del sueño.
■Mejorar los hábitos alimentarios.
■Recargar energías del propio cuerpo.
■Reducir el malestar psicológico (ansiedad, depresión, hostilidad, somatización).

■Globales:
■Desarrollar una actitud de responsabilidad en el cuidado de la propia salud.
■Ver el dolor de otra manera.
■Disminuir las visitas médicas no programadas.
■Disminuir el abuso de medicación.
■Ayudar a marcarse metas más realistas.
■No sumar más sufrimiento añadiéndole rabia u otras emociones al malestar.
■Aceptar la realidad tal y como es.
■Centrar la atención en otras cosas que también están sucediendo mientras tanto.
■Fortalecerse ante la adversidad.
■Ser más sabio.
■Desarrollar la espiritualidad.

Trastornos psicológicos:
■Trastornos de ansiedad.
■Trastornos del estado de ánimo.
■Trastorno límite de personalidad.
■Trastornos adictivos (drogas y alcohol).
■Trastornos de la alimentación.
■Trastornos psicóticos.

¿Como se practica?:

Dicho entrenamiento se produce en dos niveles:

1. Experiencia directa de los factores distractores de la atención, lo que permite tomar conciencia de los procesos psicológicos que mantienen determinados círculos de pensamiento y pautas de comportamiento repetitivas e insanas.

2. Desarrollo de determinados procesos corporales, emocionales, cognitivos y espirituales beneficiosos que tienen lugar cuando se aprende a controlar la atención. Estos procesos permiten, nuevamente, tomar conciencia de lo que ocurre y permiten encontrar el significado psicológico que tienen tanto en el momento psicológico presente del individuo como dentro del proceso de crecimiento personal en el que la persona se encuentre en ese momento concreto.

Según la Dra. Mónica Rodríguez, “aunque hay áreas en las que los resultados de las investigaciones son contradictorios, tomados en su conjunto puede decirse que hay un patrón psicobiológico que acompaña al estado de meditación que se caracteriza, desde el punto de vista fenomenológico, como un estado de alerta relajada y, desde el punto de vista biológico, por una disminución en la actividad del sistema nervioso periférico (común a las técnicas de autocontrol, como la relajación), una actividad sostenida del sistema nervioso central (específica de la meditación), el mantenimiento de la atención y una serie de cambios electroencefalográficos específicos integrados en la vigilia y el sueño. Estos efectos son centrales (la meditación no es una actividad que afecte únicamente a la actividad del sistema nervioso autónomo) y no se explican sólo desde una menor actividad o una inhibición general del sistema nervioso”.

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